Valores
La Escuela Salesiana, de acuerdo con el carisma legado por san Juan Bosco, busca desarrollar una educación católica que tiene como referencia a Jesucristo y su mensaje. Ayuda a sus interlocutores a descubrir y potenciar sus capacidades físicas, afectivas e intelectuales, asumiendo las propias cualidades y limitaciones; a desarrollar su sentido ético y trascendente sobre la humanidad, la vida, la historia y el mundo; a desarrollar su dimensión socio-política, que da sentido y abre al compromiso con la comunidad humana en la que vive; a descubrir la vida como vocación, concretando el propio proyecto de vida como servicio en la sociedad y en la Iglesia, que lleva a la autorrealización (Europa, 2008).
RESPETO
Amando al prójimo, valorando sus diferencias cuidando el entorno, predicando los acuerdos y compromisos del Código de Convivencia.
HONESTIDAD
Es toda acción en contraposición a la corrupción se practica en todos los ámbitos educativos cuidando y respetando los bienes públicos y privados.
AMABILIDAD
Se manifiesta en una sana convivencia, en un clima corresponsable de diálogo,
amistad, comunicación
y alegría.
ALEGRÍA
Se sustenta en la relación educativa fraterna donde los niños, niñas y jóvenes se sienten amados, escuchados y acogidos. Pilar del Sistema Preventivo.
FAMILIARIDAD
Se sustenta en los pilares del Sistema Preventivo: amabilidad, religión y razón. Valora a las personas en su creciente proceso de personalización y socialización; valora las realidades con sentido crítico, respetando su autonomía y dignidad. La familiaridad se sustenta con las normas de convivencia y la práctica de las mismas.
SOLIDARIDAD
Se manifiesta con la atención, comprensión y disponibilidad ante las propuestas de solidaridad, de desprendimiento, de colaboración, de resolución de problemas, de compromiso activo en la defensa, protección, conservación y mejora del medio ambiente.
ESPIRITUALIDAD
Se practica en la Comunión plena con Dios. En la formación impartida por la Institución los niños, niñas y jóvenes podrán encontrar el sentido de la vida, construir su proyecto de vida, perfeccionando sabiendo que Dios les tiene reservado plenitud de vida y de felicidad.
Principios de la educación salesiana
La misión de la educación salesiana es formar “Buenos cristianos y honrados ciudadanos” , a través de educar evangelizando y evangelizar educando para alcanzar una formación integral del ser humano desde la vivencia de los valores del Evangelio al estilo de San Juan Bosco, de quien heredamos la ejecución de principios y opciones pedagógicas, por medio de obras educativas orientadas preferentemente hacia los niños, adolescentes y jóvenes que, dentro de la cultura emergente, tienen menos oportunidades sociales de superación y están en situación de vulnerabilidad.
El accionar educativo–pastoral de nuestros centros se orienta por los siguientes principios y está relacionado con las dimensiones salesianas:
Creemos en el centro escolar como lugar privilegiado para la educación integral, cuyo centro es la persona, según la visión humana y cristiana de la vida, cuyo objetivo es descubrir y potenciar sus capacidades asumiendo también las limitaciones.
Asumimos la evangelización de niños, adolescentes y jóvenes a través de la educación como una mediación cultural que es capaz de dar respuestas sistemáticas a las necesidades de la edad evolutiva, que es determinante en la formación de la personalidad.
El accionar educativo – pastoral de nuestro centro se orienta por los siguientes principios:
Entendida como el “arte de anticiparse a educar en positivo”, proponiendo el bien en vivencias adecuadas y envolventes para potenciar el deseo de crecimiento desde dentro, apoyándose en la libertad interior. Es el arte de ganar el corazón de los jóvenes de modo que decidan caminar con alegría y satisfacción hacia el bien.
Es el resultado de la práctica de las actitudes de acogida, confianza, reconocimiento positivo y amabilidad. Es un ambiente que se manifiesta en la práctica de la reciprocidad, solidaridad, diálogo, corresponsabilidad, trabajo en conjunto, coeducación, interculturalidad y en el cumplimiento de nuestra misión educativa.
Como sujeto único e irrepetible, con deberes y derechos, abierto a los demás, al mundo y a Dios. La persona durante la niñez, adolescencia y juventud es vista en todas sus dimensiones: en la perspectiva personal y social, en la unidad de su dinamismo existencial de crecimiento humano hasta el encuentro con la persona de Jesucristo descubriendo en ella el sentido supremo de la propia vida.
Preferentemente por la niñez, adolescencia y juventud que tienen menos oportunidades y están en situaciones de vulnerabilidad o alto riesgo. La educación salesiana es popular y equitativa por los destinatarios preferenciales que acoge, por la ubicación geográfica, por el sector social y cultural. Constituye una oportunidad de crecimiento integral porque las familias aportan desde sus posibilidades, sin condicionamientos de homogenización, ni actitudes paternalistas.
Directamente relacionado con el valor de la dignidad y realización de las personas y con los Derechos Humanos, «el enfoque inclusivo de la educación consiste en repensar la organización y las acciones educativas para promover la presencia, el rendimiento y la participación de todo el alumnado en la vida escolar, principalmente los más vulnerables a la exclusión, el fracaso escolar o la marginación, detectando y reduciendo o eliminando, para ello, las barreras que limitan dicho proceso». (Ainscow, Booth y Dyson, 2006)
El modo concreto con que Don Bosco acompañó a los jóvenes evoca la espiritualidad de san Francisco de Sales, caracterizado por la dulzura y el optimismo. Es flexible, basado en la atención a cada persona y las potencialidades que en ellas pueden desarrollarse. Se manifiesta en la atención a la vida cotidiana, en la concreción de fidelidad a los compromisos de estudio, trabajo, oración; en las relaciones características con la bondad, la amabilidad y la confianza en la perspectiva de orientar hacia la santidad a la que cada uno está llamado.
Desde la vida cotidiana y en todos los ambientes, incidiendo constructivamente en el entorno social. Esto implica formación de la conciencia moral, lectura habitual de la realidad sociopolítica y construcción de estructuras de solidaridad para la consecución del bien común, con la participación de la sociedad civil con transparencia y responsabilidad social.
Entendida como actitud de apertura crítica y comprometida con la diversidad cultural, pues esta exige reconocimiento positivo y aportes recíprocos con identidad.
Se conquista mediante el ejercicio de la capacidad de discernimiento para alcanzar la autonomía con responsabilidad. Este proceso es cognitivo, procedimental y actitudinal al mismo tiempo, de tal forma que la persona asuma actitudes coherentes con los valores cristianos.
Se manifiesta, entre otras cosas, en la participación atenta y generosa en las responsabilidades educativo – pastorales, hasta llegar a identificarse vocacionalmente con ella.
Impulsa el trabajo cooperativo entre los CES y las comunidades educativas que las conforman. Parte de intereses y objetivos comunes, para compartir conocimientos, experiencias e instrumentos de diversos tipos. Trabaja desde la sinergia entre las comisiones y equipos con orientación a una gestión eficiente y eficaz, que propicie el trabajo corresponsable y cooperativo de los implicados con la calidad y pertinencia de los resultados que se pretenden alcanzar.
El modo concreto con que Don Bosco acompañó a los jóvenes evoca la espiritualidad de san Francisco de Sales, caracterizado por la dulzura y el optimismo. Es flexible, basado en la atención a cada persona y las potencialidades que en ellas pueden desarrollarse. Se manifiesta en la atención a la vida cotidiana, en la concreción de fidelidad a los compromisos de estudio, trabajo, oración; en las relaciones características con la bondad, la amabilidad y la confianza en la perspectiva de orientar hacia la santidad a la que cada uno está llamado.